Cuaresma, Destacado

Miremos el árbol de la cruz

De Cuaresma a Semana Santa

“La Cruz Gloriosa del Señor Resucitado, es el árbol de la salvación. De Él yo me nutro, de Él me deleito, en sus raíces crezco, en sus ramas yo me extiendo”.

Durante Cuaresma has podido ver que en nuestro templo parroquial y capillas, una rama seca que ha empezado a florear, se ubica junto a la cruz. Te explicamos lo que hay detrás de este hermoso signo.

La cruz es también elevada porque el lugar en el que se produjo nuestra condenación y después nuestra liberación, fue junto a un árbol. En el paraíso Adán y Eva desobedecieron a Dios al pie de un árbol, un manzano, y en el Gólgota, Cristo y la Virgen repiten la escena pero obedeciendo al Dios y Señor de la Vida junto a un leño, la cruz.

Por eso la cruz se eleva como un árbol, árbol de la salvación, que, como canta el salmo, no vacila aún estando delante de fuertes corrientes (Sal.1), y sigue lozano y frondoso aún pasando el tiempo. La cruz es este árbol que nos cobija, que nos protege, que “resiste las corrientes de agua”, sobre el que ponemos nosotros nuestra tienda, que nos alimenta con su fruto, Cristo, el pan vivo.

Cristo ha vencido al mundo, como dirá la víspera de su Pasión (Jn.16), por una razón concreta: Hacernos a nosotros vencedores y no vencidos, invitándonos a nosotros a pasar de este mundo al padre, ¿como? A través de la cruz.

La cruz representa por tanto este misterio, nunca mejor dicho, del amor de Dios para con nosotros. Como dijo San Agustín, “La medida del amor es amar sin medida”

Conforme estas ramas secas se vayan llenando de hojas y flores, nos irán anunciando los misterios de la salvación a través de la muerte y resurrección de Cristo, para que juntos el sábado Santo en la solemne Vigilia Pascual podamos proclamar que Cristo ha resucitado y vive en nosotros para que también en nosotros florezcan los frutos de la Resurrección.

Extracto Himno a la Cruz Gloriosa, de la Homilía la Santa Pascua, autor anónimo del siglo II

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